
Bibliografía
“Ejercí el periodismo en Cuba y en México durante 7 años consecutivos. Creo que mis mejores textos están en las páginas de las revistas y portales digitales donde publicaba semanalmente”.
Otros trabajos (investigación y ensayo)
“El disentir piñeriano” (Cuadernos Americanos 153 UAA, México, 2015).
Las palabras de El Escriba. Artículos publicados en Revolución y Lunes de Revolución (1959-1961) (Ediciones Unión, La Habana, 2014). Cocompiladora y coprologuista.
“Revolución, cultura y comunicación. Una mirada a la prensa cubana desde el Triunfo de 1959 hasta la década de los ochenta” (Temas de historia de la prensa y la comunicación social en Cuba (Siglo XX, Cuba, 2015).
CUBA
Dainerys Machado
“La literatura es lo que más disfruto en esta y otras vidas, ya sea como lectora, escritora, editora, crítica”, reconoce la cubana Dainerys Machado (La Habana, 1986), una representante de la fusión entre literatura y periodismo, entre la relación entre la creación y la realidad que nos rodea en nuestro día a día. De hecho, lo que más hace y lo que prefiere es escribir crónicas. No obstante, reniega de encasillamientos académicos en lo que respecta a los géneros. “No creo en los géneros literarios ni periodísticos. La clasificación es útil para estudiar determinados textos, para publicarlos en una u otra colección de una editorial. Pero siento que es muy escurridiza”. De hecho hasta que una colega se lo indicó pensaba que solo escribía crónica, cuando en realidad también surgían de su mente cuentos o al menos la gente los clasificaba como tales.
Ante la pregunta de obras favoritas, se revuelve incómoda. “Estas listas son muy difíciles para mí. La gracia de dedicarse a la investigación literaria es que una siempre anda descubriendo autores y obras ‘favoritas’”. No obstante, en el altar de sus dioses literarios, se encuentran to la obra de Octavio paz —“Cada vez que leo un texto suyo me asombra como si fuera la primera vez que abriera un libro”—; Los recuerdos del porvenir, de Elena Garro —“El único libro que he leído hasta ahora que alcanza o sobrepasa el universo de Pedro Páramo”—; Electra Garrigó y Aire frío, de Virgilio Piñera, así como “cada poema de Jaime Gil de Biedma”. ¿Y las influencias? “Los mencionados Virgilio Piñera y Elena Garro, Cabrera Infante, y ojalá lograra que me influencie la obra de Jorge Ibargüengoitia… no en lo machista, sino en lo genial”.
A la hora de buscar la riqueza literaria, la creación que merece la pena, no señala lugares o colectivos, sino un concepto insustituible: la honestidad. “Conozco a un chico que quiere ser poeta desde que tiene 10 años, pero está estudiando leyes porque su herencia familiar lo llevó por ese camino. Y ese chico tiene una voz y un pensamiento que en el futuro serán dignos de ser leídos y disfrutados. Conozco a autores publicados, con plazas en universidades públicas en México, que se autoproclaman como lo más grande, pero solo viven del oportunismo. Yo creo en la honestidad donde quiera que esta florezca y creo que escribir también es un gesto de coherencia, que no es lo mismo que santidad. La obra de Javier Sicilia y sus renuncias son para mí el mejor ejemplo de esta honestidad”.
“Creo que la narrativa latinoamericana actual es plural y noble. Existen tantos temas como voces conformando el mapa literario de nuestro continente. Por supuesto que hay gente mediocre y sobrevalorada en las grandes editoriales, viviendo de becas gubernamentales y todo eso. Pero mientras todo el que se llame escritor o escritora tenga al menos diez lectores, el arte estará ganando en ellos la batalla ante el egoísmo y la nostalgia, enfermedades crónicas de nuestro tiempo. El tiempo se encargará de la hojarasca, como siempre ha hecho”.